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lunes, 3 de septiembre de 2018

“GAVRILO Y LOS OFICIOS HOSTILES” DE MARIO CARAZAS




Para Mario Carazas, la poesía es un duro oficio terrenal, perteneciente no a poetas-dioses o poetas-profetas de alguna clase de religión heterodoxa que trascienda al hombre a alguna clase de suprarrealidad. Su poesía desciende hasta los paraderos y moteles, cruzando por las plazas llenas de gentes y largas colas de bancos. Esto nos lo hace saber en su poemario “Gavrilo y los oficios hostiles” (Cuadernos del Sur, 2007), tomo de poesía que reúne una cosecha de textos escritos dinámicamente, con un verso libre intuitivamente medido, lenguaje anti-metafísico, y de temas variados que le hablan a la madre, al deseo, a sí mismo, a su oficio y tradición, y finalmente, a la sociedad o mundo en todas sus incoherencias e injusticias, pues Carazas, a través de su personaje Gavrilo, nos enseña una política del yo eminentemente ácrata. Personalmente veo en este su primer poemario una especie de muda de piel que el hombre hace cuando se ha visto superado por sí mismo. Veamos.

Gran parte de los poemas de este libro sobreviven a una curiosa taxonomía. Por sus temáticas, hay un buen manojo de poemas que versan sobre el yo y explora sus significantes, como en “La vida del buscaempleos llamado Gavrilo”, o “Siendo un pez de poca monta”, o “No se desvanecen las aves en el aire”, poemas biográficos y precisos que sitúan el contexto constitutivo que rodea la existencia del yo poético. Un ser que relincha ante el desempleo, la crisis y su filosofía consecuente. Es interesante la inclusión de objetos de uso cotidiano en su poética, como por ejemplo el sachet, corbatas, pote, sticker, etcétera, que son utilizados no como cosas, sino como metáforas objetales para no olvidarnos que estamos dentro de la urbe, y no algún espacio astral. Otro racimo de poemas tocan el tema del deseo y el erotismo en su variante heterosexual y dominante. Poemas como “Poema para ligar”, “Esa noche no pactaríamos misticismo” o “Cuando mi tacto progrese bajo tu falda”, se olvidan del amor como tema, o resumen el mismo a deseo y sexualidad.

Un tercer grupo reflexiona o procede a hacer autocrítica sobre el oficio de poeta y su tradición, como en “La poesía no desviste”, “Ars”, “Apunta poeta”, “Gavrilo invoca a Tántalo”, poemas menos logrados por un uso ampuloso y redundante. Y un cuarto grupo más numeroso por ser misceláneo. Aquí podemos reunir los poemas de temas variados donde le habla a su ciudad, Tacna, en poemas como “Tacna H.”, y “Vivo errante”, de impreciso y amplio verso sobre la mediocridad y las estructuras sociales que lo arruinan todo. También encontramos poemas como “Hay quienes fueron tocados dócilmente”, “Zumo a tu vida” o “La íntima sombra que proyectas”, donde Carazas configura y hace radiografía a su otro, eterno católico, de fe monotemática, y al cual, como Sade, echa la culpa de sus desgracias. Además podemos encontrar poemas como “Madre”, ejercicio contra la familia y su sombra, o escritos como “Malcolm X” o “El vuelo del abejorro”, donde utiliza sutiles referencias como temas para proyectar reflexiones íntimas sobre la soledad y la injusticia.

Pienso en este “Gavrilo y sus oficios hostiles” como la resistencia a su alter ego ya introducido en la estadística y programas sociales. El hombre salvaje, en el buen sentido, el hombre libre de toda atadura, que se resiste al horrible corsé del sistema en todos sus tentáculos lamiéndole la cara. Sin duda, es un libro que refleja el despertar de un poeta en medio de los cláxones del tráfico y los gritos de comerciantes.  Y al parecer, la única manera de sobrevivir a ese maremágnum de consumo y producción, es el canto que resignifica o nombra las cosas por su nombre. Por eso el tono refranesco, introspectivo, altamente reactivo y hostil al credo del peruano y sus peruanadas. Por ello, creo que la poética de Mario Carazas en este libro es prometedora y necesaria, ya que importa a la poesía el estilo no del arte por el arte, sino la estética de la lucha , a través de un yo dialogante en contra de todo lo que quiera normalizarlo. Aunque el libro es irregular y de una escritura inestable, un buen número de poemas logrados, y versos dispares de otros poemas, son prueba de un buen inicio del poeta como poeta.

Yo me quedo con los poemas que son biografía crítica, ya que asumen el tema nietzscheano de la afirmación del sujeto. Poemas como “Sentado en una plazuela olvidadiza” son prueba del mejor manejo del verso en este libro, y será todo un clásico en todas las antologías del poeta, al menos, como poema representativo e iniciático. “Sentado en una plazuela olvidadiza/ donde pensar en el mar/ no es entenderlo/ y dar la hora/ no es explicar.”, son versos como este los que muestran a un poeta que salta de lo cotidiano a lo trascendental mediante un uso del lenguaje que convierte a los opuestos en complementos, como el tema de la ciudad y la naturaleza (plazuela/mar). Mi conclusión es que no todo el libro es digerible. Lamentablemente, pese a algunos buenos poemas, redondos y nítidos, la gran mayoría de textos tienen chispazos de buena poesía, y el resto son enumeraciones semánticas, lugares comunes que repasar, y ejercicios verbales que no llegan a la proporción aurea de sus otros poemas. Con todo esto, "Gavrilo y sus oficios hostiles" es un libro regular para empezar a leer a Mario Carazas aunque yo solo salvaría un puñado de poemas.

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