CALIENTITAS

"5 METROS DE POESÍA" DE MIGUEL GUTTI

¿Es la obra de Miguel Gutti, “5 metros de poesía”, una interpretación, crítica o comentario a la personalidad y obra de Oquendo de Amat,...

LAS PREFERIDAS

sábado, 19 de diciembre de 2015

¿DENEGRI VS HILDEBRANDT?


Dos de los arquetipos de intelectual que este jodido país presenta, César Hildebrandt, periodista, y Marco Aurelio Denegri, lingüista además de sexólogo, celebraron un encuentro para desarrollar temas asociados a la televisión basura y la condición del hombre contemporáneo. Días antes, los fanáticos de estos dinosaurios del saber, se tomaron todas las licencias para propagar su fe en ambos ídolos del pensamiento nacional. Días después los seguidores de ambos bandos sugieren que el estilo y saber del uno fue superior al otro. Sin ánimos de zaherir susceptibilidades, y con la misión de aprovechar el polémico encuentro, esbozo unas líneas sobre el rol intelectual que cada uno ejerce y representa.

Por ejemplo, Marco Aurelio Denegri de verbo florido y vulgar al mismo tiempo, crítico destructivo que no  escatima en improperios dirigidos hacia la especia humana, siempre me ha parecido uno de esos intelectuales que ya no le tienen fe al hombre, y que solo utiliza el amor al saber con el único objetivo de superar la soledad que el solipsismo sume al ratón de biblioteca. La edad no solo le ha acentuado el narcicismo intelectoide, sino además, se ha vuelto excesivamente redundante, lleno de circunloquios que no huelen a nada más que verbigracia. Y esto lo conoce César Hildebrandt, quien respetando los achaques de una mente senil, no duda en escuchar los accesos de nemotecnia y floritura que su anfitrión le convida a diestra y siniestra.

El punto álgido o cáustico si quiere llamárselo de algún modo, lo encontramos a mitad del programa, por el minuto 25, momento que sirve para entender el contrapunto que contrasta el rol y estilo que tanto Denegri como Hildebrandt utiliza. Podemos escuchar de Hildebrandt, a propósito de razones y consecuencias del programa mundial de estupidización: “El asunto es que, tú, a veces piensas de modo tan abstracto, tan sólidamente abstracto, y tan elocuentemente abstracto, que te olvidas que hay un contexto social y político, y hay intereses de por medio.”, apuntalando que Denegri no sitúa su crítica a la sociedad en la escala del tiempo y el espacio, sino en la mera especulación ahistórica; para luego redondearle la estocada con: “yo sí creo que hayan explicaciones sociales”, remarcando lo anterior. En este punto, mientras Hildebrandt se devanea en su demagogia personal, Denegri acorrala la fe socialista de su interlocutor “¿Pero sobre qué base tienes estas esperanzas?”.

Y es que Hildebrandt, caracterizado por un optimismo amorfo, por un idealismo democrático y socialista, a veces llega a sonar ingenuo cuando se rodea de un verbo que invoca una fe histórica y sociógena en el hombre, creyendo en fórmulas anticuadas, desgastadas, y para nada comestibles por sus usos y desusos. Denegri conoce bien este fervor a las transformaciones sociales que el “hombre rebelde”* de Camus proyecta sobre la humanidad. Pues Hildebrandt habla desde el pragmatismo, desde el realpolitik que siempre resulta una partida de ajedrez entre psicópatas de corbata. Pese a que este último apunta “No podemos perder el vínculo con la posibilidad del cambio”. ”Depende de ti (…) si escoges el continuismo, la inercia, la agonía, o el cambio”; Denegri no cae en las clarividencias de su invitado, y sencillamente cambia la perspectiva del tópico citando a Karl Menninger y Giovanni Sartori.

Aunque minutos después, Hildebrant busca desnudar el sustento teórico y moral de su anfitrión, equipara la lógica de Denegri con la poética de Emil Cioran. Denegri, ni corto ni perezoso, citando a Ray Bradbury se defiende de la caricatura que su invitado quiere hacerle, arguyendo que todos los días, como el autor de Farenheint 451, pisa una mina que lo despedaza al levantarse; para luego citar a Jean Paul Sartre, revelando su cualidad de enfermo irreversible de la existencia al igual que todos. No contento con esto, Denegri quiere acorralar a Hildebrant bajo la etiqueta de optimista ciego: “Cesar Hildebrandt no es un pesimista radical, (…) quiere que las cosas salgan bien”, y luego grita a viva voz su ideario personal: "Casi es una obligación ser pesimista, porque tampoco tendría mucho sentido forjarse ilusiones". A lo que Hildebrandt responde con una profecía íntima: "Solo algo nos puede salvar, al final Marco Aurelio, y es que la extinción va a producir (…) tal nivel de terror que es posible que ocurra una transformación sometida al miedo".

Más allá de un versus entre expertos en realidad peruana y universal, cada uno desde su trinchera no busca ganar o demostrar ser mejor intelectual por lo que piensa o sabe; a mi me parece que ambos hacen un delicioso contrapeso al momento de hacer un balance sobre la política, los mass media, la cultura y la ideología dominante, entre otros temas. Pues tanto Hildebrandt, como intelectual centrado en el presente, se involucra proyectando un contexto para aplicar sus saberes; y Denegri como crítico de la humanidad llega incluso a cuestionar el papel del periodismo o del intelectual en medio de una sociedad donde todo está podrido y ninguna causa vale. Ambas posturas me parecen lúcidas y complementarias. Mi conclusión es que estos dos arquetipos clásicos del intelectual, el uno comprometido, y el otro nihilista, o pesimista, ambos son roles necesarios sino en bandos diferentes, sí en un mismo intelecto por obvias razones.






*”¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice no. Pero negar no es renunciar: es también un hombre que dice sí desde su primer movimiento. (...) El rebelde (es decir, el que se vuelve o revuelve contra algo) da media vuelta. Marchaba bajo el látigo del amo y he aquí que hace frente. Opone lo que es preferible a lo que no lo es.”


jueves, 10 de diciembre de 2015

POEMAS DE MI LIBRO "SEXTAPE VOL 1."







HAIKU PARA LARGARME CON LA CHICA QUE ME GUSTA


  
Vámonos de aquí
No hay por qué soportar
A tanto idiota



 MEY DEY, MEY DEY, ME ESTOY ENAMORANDO


No debí dejar el haiku, la tierra pensante me endemonia, colérico, insano, hago añicos el escritorio, ampliando mi amor con extensas notas a pie de página. Rutilando florecillas cantoras, expectorando mil voces en la lengua de Pegaso que me arroja a las nubes de Aristófanes. —OH, sácame de Lacan, perdido entre el jardín de lo real-simbólico-imaginario; perdido entre el estadio del espejo. Partido, descentrado. Sácame, sácame de estos ojos que apuntan linternas hacia páginas que mastico como el burro la hierba. Sácame de todo eso de perderme en tratados de semiótica. Y/o deseo hacerme caramelo en las calderas de tu boca. Quiero ser el gran comensal de tu cuerpo desnudo como un bocado de sashimi en mi cama. Quiero estar en tu masa de elemento químico. Saltar electrón las órbitas frecuencias de tu energía eólica. Yacer bajo tu linda biomasa entre mis dedos con el éter de mis palabras humedeciéndolo todo. Criatura que solo buscas amor. Ahora que tu boca es desierto, ahora que tu cuerpo es sequía, déjame ser el Dios Lluvia y caer solo para ti. Yo hombre, tú mujer, ¿cuál es el drama? à y luego la ablución, las letanías a tu cuerpo montaña mágica, próximo a delinear tus zonas de emergencia y nombrar las cosas que por ahora solo imaginas. Mey dey, mey dey, me estoy enamorando, con versos que evoco de memoria diseñados solo para ti, con la ingeniería de hablar con el corazón en la mano haciéndose polillas. —OH, de mi boca salen cantos como aullidos de gaviotas que nos vuelve Pearl Harbor bajo ataque. Y ahora que ambos musitamos eso que sólo sugeríamos en google-chrome. Eso que apenas destilábamos en mensajes de textos con lenguas vaporosas. Estamos siendo jironeados por las caballos del deseo, resistiendo el arduo picotazo y sus decibeles de amor. Los climas se aproximan. La consciencia se vuelve un punto aparte. Nuestros miembros se arrojan lanzallamas hacia los cuatro puntos cardinales. Nada diferente a masticar un chicle, perfumando el momento eromaníaco de ponerme tu piel, sentir el brillo y el peso concha de nácar de tus trozos de mujer titilantes en la orilla de la noche hasta hacerlos constelación. —OH, tus besos y mordiscos escorpiones de azúcar han hecho de mí un desierto circular del que brotan gigantescos árboles dragón. Me veo en tus ojos como un sueño dentro de un sueño y todo me da vueltas.



COITO ERGO SUM
  
A ver, mucha huevada, vamos a ponernos literales. Ven tú, toda biología y metafísica. Evangelio de carne dispuesta en mi asador. Nunca rezo antes de comer, pero hagamos la excepción. A Kanon gracias, pedazo de meditación y placer. Mis manos en expansión, mi sexo multiplicándose.  Te tumbo en la cama alucinándote césped y colina. OH, bellos alcores del sexo, mi sexo, tu sexo, el sexo del planeta, el sexo el universo, el cosmos, y luego el follaje repasando este ying yang de encajar nuestros cuerpos y sostener una conversación huevos y ovario mientras nuestros bordes y pliegues se aferran a la línea de no pasar, de no poder mezclarse tan en uno como creen los cojudos. ―Estamos natura naturata pellizcándonos lo real de todo esto. Estamos ahogándonos en nuestros cuerpos marea que nos hunde y no salva, porque flotamos con los erizos del placer. ―OH tus uñas, mis uñas, deslizándose guadañas, con aviones arrojando dulces insecticidas con el motor del deseo. Ufffff, inflando nuestros cuerpos, con mordiscos en tus tetas, tus glúteos, y tu besando mi pene y un par de músculos. ―Nuestras caras se llenan de color, y el sudor se desliza, abajo, arriba, abajo, arriba. Qué riko es medirte el aceite. Mi verga entrando como un cuchillo en la mantequilla, la mermelada. Esyoy abriéndome paso como Moisés en el mar Rojo. Como cortar limones, cortar carrne, deliciosa carrrrne; o como abrir un libro, el Origen de las especies, de nosotros, monos desnudos, monos rascándose las cabezas desde las Tabulas Rasas. ―Y entonces, tú nunca dices nada, salvo balbucear mi nombre y algunos monosílabos, dices: “tierra a la vista”. Y y/o, que tengo que pensarlo todo, muerdo tu orejita, te echo más saliva, y te paso la lengua ahí donde te pica hasta tocarte las campanas; y está bien, así funciona la cosa. Y ahora perdona un poco de imaginación, yo veo crucero flotar sobre un río que termina en sol catarata y muchas flores hacia el confín del horizonte, hasta volvernos un punto que estalla flasshhh! Y….y…. “Iceberg a la vista!” ―Como un huevo reventado, abierto a ti, escurriéndome desde tus pechos hasta tus muslos, precioso helado de cocos. La brisa entra matutina junto a la luz de alinearnos congruentes así: ††, abrazados como dos cruces prometiéndose el estarás conmigo en el paraíso. ―Ahhh…Este infierno musical es solo un canal, un breve zapping a la vida. Lo bueno siempre está al final. El final es siempre otro inicio, y así hasta que nuestros cerebros se sequen con el veni vidi vici en tu vientre… Uhmm! Tierno ejercicio de niños jugando a ser adultos. ¿Verdad?


  
AHÍ VIENE EL HANKY PANKY  Y LO SABES

Chinita, ven, lubrica este poema que ahora sale a tu encuentro. Óye y bendice esto que leo y dice más o menos así, (música maestro): pétalo tras pétalo caen sobre nuestros rostros las buganvillas. El viento impregna su ansiedad meridional de sondearlo todo con amor. Nubes se desvanecen conforme rayos apolíneos calientan nuestros pies. De una forma a otra saltas del jade a la porcelana para mi sopa de letras. Detecto tus suspiros chantilly, tu flor refrigerante. De tu cabellera caen para mí palmera de cocos y cocachos cuando pierdo la visión de aternurarte. Mujer, te miro en todas las mujeres, y todas me recuerdan a ti. Si oyeras los aviones musicales que aterrizan en mis ojos. No hay problema con que me saques a masticar algo de heno o cemento. Mi mirada resbala en todas las estanterías, derrite puertas. No hay libro que no me haya hecho estornudar. Y he llegado hasta ti balada o baladí. O en todo caso, con voz tumbalalaica, mis palabras algo esquizoides, buscan la terapia de verte sonreír con cada jitanjáfora de mis ganas por hacer un chiste del mundo. ―OH el motor de tus ojos haciéndome florecer. Tus ojos extraña y bella ingenieria que compartes conmigo. Y tu cuerpo digital, bonita inmanencia que palpo con los brazos que me salen del corazón, lo beso y aderezo tumbados en la yerba. Eres la dulce umbría, tierra húmeda. Aquí no hay tuercas telúricas, aquí no hay Leviatán ni Behemot suficientes. Estamos ultralights como un par de sabanas secándose al atardecer. Nuestra concentración es de hierro; nos miramos a los ojos. Somos un fósil de amor. Nosotros habitamos las arenas movedizas del tiempo. Habitamos el río y su cadáver de agua flotando realidad concreta que mi lengua traduce para nosotros de una forma menos cruel. Tu piel es suave arena, desierto cuyo oasis es tu risa. Y tus gemidos, tus ojos tropicales llenos de luz nívea. ―OH besarte hasta hacerme agua, entonces basta, hay que respirar un poco. Hay que ver al hada del tiempo, excitada, de azules ojeras, meada de alegría por vernos frambuesas a la hora del simulacro de ayer hoy y siempre, te amo, yo también.