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jueves, 9 de agosto de 2018

EL CONCEPTO DE PSICOTERAPIA EN EL INDOMABLE WILL HUNTING




Tienen que conocer la historia de Will Hunting. Un chaval duro, rebelde, muy bueno para las matemáticas, con saberes en literatura, historia, economía, política, y joder, quién sabe en qué disciplinas y ciencias más. Sería el típico nerd, de no ser por el carácter corrosivo que se maneja, y lo lleva a despotricar contra todo lo que le rodea. Sin duda, sin ser un antisistema o un renegado de la sociedad, es un tipo que no usa su brillantez para fines calculados como el sueño americano, y se la pasa bebiendo cerveza con sus amigotes, aparte de trabajar como un orgulloso proletario, feliz de sentirse común y corriente. No es raro pensar que conoce muy bien su potencial, y que su actitud petulante es una clase de venganza por sabe el tao qué experiencias que le marcaron. Es como si dijera “yo soy mejor que todos, y puedo hacer cosas cojonudas , pero púdranse, no me da la gana, no van a envolverme con sus rollos, no se van a aprovechar de mí, miren como me arruino para que no me posean, títeres”.

Todo iba bien, hasta que un día a un profesor de Hardvard se le ocurre retar a sus estudiantes con un problema que escribió en la pizarra del pasillo. ¿Y qué creen? Will lo resolvió en menos de lo que canta un gallo. El profesor, que se llama Gerald Lambeau, sorprendido, y sin tener noticias del genio resuelveproblemas, decide contraatacar con otro desafío matemático. Grande es su sorpresa cuando se da cuenta que fue resuelto por un crío pasatrapos que labora en la misma Universidad. Cuando el profesor sale a buscar a esta prominencia de las matemáticas, lo encuentra en pleno juicio debido a algunos crímenes que habría cometido, como robar autos, o pegarle a un oficial. Wil, quien se defendía a sí mismo como abogado, es finalmente sentenciado, y el profesor Lambeau le plantea sacarlo bajo dos condiciones: que estudie en Hardvard bajo su tutela, y siga psicoterapia para ese problema de carácter.

Pasado un tiempo, Will ya está estudiando matemáticas y colaborando con el trabajo del profesor Lambeau. Sin embargo, es con la psicoterapia donde tendrían algunos problemillas. Luego de probar suerte con un psiquiatra y un hipnoterapeuta, está claro que Will solo se mofa y no se toma en serio las sesiones, llamando comecocos a cualquiera que intente comprender la estructura de su mente. Cualquier que haya visto a este Will necio y reactivo; y que sepa algo de psicología clínica, se dará cuenta que es de esas personas con sintomatología egosintónica, de fuertes mecanismos de defensa, y creencias irracionales sobre sí mismo y el resto. El profesor Lambeau cansado de los juegos de Will busca al psicólogo Sean Maguire, antiguo camarada suyo. El primer encuentro fue crudo. Un Will provocador se atrevió a psicoanalizar a Sean, hasta burlarse de la memoria de su esposa. Sean, probablemente sorprendido y enfurecido a la vez, no dudó en ponerlo en su sitio, saliéndose incluso del papel de psicólogo, en una respuesta que podemos llamar  humana.

Está claro que el indomable Will es uno de esos casos que podríamos llamar difícil o imposible, que ha pasado por varios especialistas y se niega a recibir ayuda de ningún tipo. Señalemos los aciertos del estilo de psicoterapia que Sean desarrolla para ayudar a Will. Empecemos por observar que no cometió el mismo error que los demás. Sean crea un clima agradable para la relación, se interesa en el paciente como ser humano, y valida incondicionalmente su manera de ser.  Aunque al principio Will buscaba cabrear a Sean, este último no se lo tomó como algo personal, ni mucho menos reaccionó con hostilidad, ni renunció etiquetando a Will como “lunático sin remedio”. Puede que Sean haya sido impulsivo al coger del cuello a su paciente cuando este empezó a hablar pestes de su esposa. En mi opinión, la reacción fue necesaria al ser signo de advertencia y sobre todo de autoridad, pues está claro que Will no reconoce ni respeta ninguna. La reacción de Sean ante la agresión de Will, sirvió para delimitar las normas y límites de su trabajo.

Algo que también merece la atención es cómo desde el primer momento la técnica de Sean está orientada a utilizar el mismo lenguaje que Will, y sobre todo, utilizar los mismos recursos verbales del intelecto para teorizar, analizar e interpretar el alma humana mediante diálogos sobre la literatura, las ciencias y el humanismo. Todo eso contribuye a que progresivamente Will reconozca en Sean y su trabajo, algo más que un típico psicoterapeuta acéfalo como lo creyó al inicio. Pese a que Will puso a prueba en todo momento la calidad de Sean como persona y profesional, Sean supo comprender, esquivar y confrontar los mecanismos de defensa de su joven paciente, y a tomarlo como un reto clínico y sobre todo humano. Es así que logra desenmascaras las densas intelectuaciones y racionalizaciones que Will construye como coraza y espinas para no dejar que nadie se le acerque. Algo que Sean va a calificar como miedo a la imperfección, y represión emocional, por episodios de violencia infantil que ya parece sospechar.

Posteriormente, es a partir de los preparativos de la segunda sesión cuando Sean se da cuenta que las técnicas clásicas de empatía y validación no funcionarán del todo. Tiene que ser muy creativo para picar a Will desde sus propios criterios de lucha, para confrontarlo de la misma manera en que él se enfrenta a los demás. Por ello buscará su punto ciego, desbaratando cada una de las estratagemas que Will utiliza para desarmar a sus interlocutores, como la excesiva racionalización, y el acting out, mecanismos de defensa que realmente hacen difícil pero no imposible el trabajo terapéutico. Tal vez por eso no sea tan descabellado que Sean  haga la sesión fuera de su consultorio, en el parque, contemplando un lago con cisnes,  complicadas aves de apariencia vanidosa. Es en esa heterodoxa circunstancia que Sean , usando un lenguaje poético (tal como le gusta a Will), renuncia a las típicas fórmulas de intervención, haciendo gala de un verbo y sapiencia cultos, (cosa que lo liga a Will), para desmenuzar la filosofía personal de su paciente, y reconociendo* a la vez sus limitaciones sin temor a ser juzgado. 

Como verán en la cinta, luego de esa segunda sesión, el Will renegado ha sido pillado. En la tercera sesión Will asiste dando signos de apertura todavía desconfiada y superficial. A pesar que no profirió ninguna palabra durante una hora, se mantuvo quieto y en ningún momento abandonó la consulta. Claramente Sean continúa ganándose el respeto y construyendo un clima de reconocimiento y dignidad para con Will, pues no hablará si Will no quiere hablar, y a la vez, no  dará su brazo a torcer, porque no quiere hacer el rol de terapeuta pasivo. En una clase de lucha de poderes, la relación se va construyendo en base a la tenacidad que cada uno reconoce del otro. Y ya para la cuarta sesión, según se van creando circunstancia en la vida de Will, este empezará a hablar sobre temas indirectos con Sean, como el amor y las mujeres. Es increíble como el interés genuino y la autenticidad de Sean se mantienen intactos. Haciendo uso de un quid pro quo en el que escucha las historias de Will y también cuenta las suyas, soltando chistes, empieza a mostrar lo que quiere de Will, sinceridad, honestidad, valentía para asumir y compartir sus problemas.

Ya en la quinta sesión  la manera en la que Sean llega a conectar con Will es sorprendente. Utilizando una anécdota inesperada, una narrativa sobre el sentido de la vida y las elecciones, envuelve a Will en un vaivén de emociones intensas que lo pillan desprevenido, sin todas esas construcciones de las que se rodea. Will empieza a permitirse ser como un niño escuchando las historias de un padre. Deja de reprimirse emocionalmente, deja de proyectar la imago de tipo duro, para dejarse llevar por las hiperquinéticas habilidades de Sean para contar una historia íntima sobre cómo tomó la decisión de conocer a la chica que luego sería su esposa, sin pensar en las consecuencias o el qué dirán. Para el final de esta sesión, Will queda sorprendido y satisfecho con la atmósfera que acaba de envolverle. Hasta aquí a Sean parece interesarle la relación humana que tiene con sean. Posteriormente en la sexta sesión, luego de tocar temas de interés personal que Will desea desarrollar, Sean empieza a cuestionar y hacer un tipo de confrontación para que Will pierda el miedo a comunicar lo que quiere. Will, pendiente de esto, y no contento con este movimiento, opta por defenderse y empieza a irse por las ramas. Aquí vemos un quiebre que remarca la autoridad de Sean, y la negativa de Will para mostrarse auténticamente.

A pesar que la última sesión fue incómoda para ambos, todavía tienen una sétima sesión donde Sean, sin salirse de su rol y mostrándose siempre interesado por Will como ser humano, le cuenta un episodio de agresión que sufrió de niño, para que luego Will también narre el suyo. Lastimado por el recuerdo, empieza a llorar. Sean se le acerca a darle un abrazo con la frase “no fue tu culpa”. Pese a que lo rechaza inicialmente, repetír la frase tumbó  todas las defensas que Will construyó alrededor de una autoculpa infantil, que le arruinaba su presente. Will abraza auténticamente y sin tapujos a Sean, y ahí es donde ambos logran conectar totalmente para aceptar una relación horizontal, con dignidad y respeto mutuo. Gracias a esto  Will es capaz de responder a la pregunta que Sean le planteó en todo su proceso terapéutico “¿qué quieres hacer”. Un Will más confiado y menos evitativo, continua con las sesiones hasta el cierre, donde ambos agradecen la calidad de relación que construyeron, y lo importante que sería conservarla vía teléfono. Todo eso en medio de efusivas expresiones de aprecio y respetos, sin rehuirle al contacto físico. La película termina con Will tomando por primera vez una decisión personal, y no una mera reacción inflexible. Coge el auto que le obsequiaron sus amigos, y va en busca de una nueva oportunidad en la vida.

Mi conclusión sobre el filme es que el concepto de psicoterapia que Sean emplea es el adecuado para tratar a un paciente difícil que podría pasar como imposible. Está claro que el enfoque es un humanismo ecléctico. Se puede ver en acción técnicas pertenecientes a la terapia centrada en el cliente de Carl Rogers, la logoterapia de Viktor Frankl, y la Gestalterapia de Fritz Perls, todas ellas destacadas por tener como objetivo reconocer y enfrentarse al peculiar y complicado carácter de Will, para que empiece a aceptar la relación o alianza terapéutica, y así lograr responsabilizarse de sí mismo, conectando con todo su material reprimido. Pero más allá de celebrar el triunfo de la técnica, lo admirable es el trato humano que el terapeuta Sean Maguire maneja a lo largo de las sesiones. Un trato cálido y fresco que en ningún momento cae en la frialdad y el cálculo, ni mucho menos en la estigmatización o etiquetas diagnósticas. Una combinación de técnicas humanistas y un trato humano basado en principios de relación auténtica, que dieron como resultado la progresiva participación, para que construyera su teoría del cambio, como tiene que ser.





* Esto último es importante para que Will no lo vea como el típico psicólogo que hace de maestro, y que solo sermonea con aires de divinidad.

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