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viernes, 22 de diciembre de 2017

HABLEMOS DE ARMILAR, DEL POETA YVES VIZCARRA



Yves Vizcarra, poeta, compañero de batallas y amigo mío, ha publicado su primera colección de poemas, y como todo poeta que se precie, ávido de mostrar su madurez a un nivel psicolingüístico, y por qué no, mostrarnos también la nueva coraza de su personalidad, ha reunido en Armilar, poemas primerizos que estuvo escribiendo en una etapa anterior. Dato revelador por cierto, ya que no estamos hablando del actual estado creativo del autor, sino de una radiografía, tomografía o informe clínico. Digamos, pues, algunas palabras.

Armilar quiere ser un libro sensorial, intimista y metafísico. Las percepciones que hace de su entorno inmediato tiene el acento florido de un simbolismo amanerado y melancólico; la introspección que realiza a su interior a manera de auscultarse el seso, resulta plena de confesiones sobre el latido interno; a un nivel ontológico, los versos de Armilar no solo buscan atrapar y definir la realidad, sino además plantean el doble ejercicio de contemplarla y completarla con un verbo que erosiona y enerva el porqué de las cosas.

El verbo de Yves Vizcarra en Armilar, está compuesta poruna cadena de somniloquios y verborrea cuya estructura limítrofe se ubica entre lo neurótico y psicótico, donde gana mayor premasia el verbo que el logos. Debido a que se prefiere los significantes más que los significados, las imágenes superan el sentido. Sin embargo, de vez en cuando se filtra el material humano con el que escribe y se toca las fibras: “y aprovecho de mí, esta estúpida emoción/para curar mi padecer de pensar” o “y si no tuviera más remedio/que quedarme en ser yo mismo/ tendría que demorar en encontrarme mucho/acostumbrarme a mi forma verdadera”.

Este yo poético de Armilar parece un sujeto que ha nacido viejo. De cualidades ominisientes e hipersensibles, da la impresión de ser una suerte de conciencia cósmica que no solo mira el todo, sino también mira su ombligo. Por supuesto, este ser cósmico también está sexuado, esto le hace dirigirse a un único otro que percibe hembra, y cual objeto lúdico, juega con esta para recordarse lo que no es y lo incompleto que está. Curiosemente en Armilar solo hay dos presencias, una que especta, y otra que expele confesiones. Sin duda alguna, cada poema conforma un fragmento de un único Insith que termina como empieza el libro: “A lo que ya no soy”, “jamás fuiste tan lejos a encontrarte”.

De esta manera, el libro Armilar se muestra como una espiral hacia dentro. Un punto mirándose a sÍ mismo, desde afuera y desde dentro, desdoblándose; mitad onda, mitad partícula. Es imposible no presentir la actitud hamletiana y el tono vallejiano. Personalmente me han gustado sobremanera 3 poemas que desde ahora sé que estarán en toda antología del autor. Hablo de “Breves pausas”, ”Infusión de estrellas” y “Madera”, que a mi parecer, representan la madurez técnica y estética, y por qué no, miran un nuevo horizonte para el autor.

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