CALIENTITAS

"5 METROS DE POESÍA" DE MIGUEL GUTTI

¿Es la obra de Miguel Gutti, “5 metros de poesía”, una interpretación, crítica o comentario a la personalidad y obra de Oquendo de Amat,...

LAS PREFERIDAS

domingo, 6 de mayo de 2018

EN TORNO A WIÑAYPACHA



El estreno de Wiñaypacha (Catacora, 2018) en las salas de cineplanet, probablemente se ha tornado en un evento intrusivo para muchos acostumbrados a consumir un cine comercial que permite la excreción facilista de emociones pasajeras. Sin embargo, Wiñaypacha, es más que un suceso mediático o una curiosidad por estar enteramente en idioma aymara o haberse estrenado en la misma semana que Infinity War. Los temas que desarrolla pertenecen a la descomposición de la cultura aymara, la vida en pareja bajo la cosmovisión andina, y la miseria de la ancianidad abandonada. El argumento no es solo simplista: es la voluntad insistente de su director de querer mirar con ojos propios una partícula elemental que compone a un Perú invertebrado. El director renuncia a una técnica acostumbrada a servir el lenguaje cinematográfico según cánones taquilleros, para dar paso a la poética de la imagen, haciendo de los paisajes y fondos que acompañan a la pareja de octogenarios (Willka y Phaxi), un personaje más, la madre tierra. En Wiñaypacha el tiempo y el espacio quedan anulados para mostrarnos un pedazo de realidad suspendida más allá de cualquier marco teórico. Los personajes no abundan, y la trama brilla por la ausencia de los mismos, dando mayor protagonismo a la pareja de ancianos, focalizando los sentidos y la percepción a los amplios matices psicológicos que se vive en los andes mediante la imagen continuamente superpuesta del hombre con su medio. Y a pesar de que el filme y su trama anunciaban un posible indigenismo o aymarismo, se trata horizontalmente del peso y valor de una historia que necesita ser contada, y cuyo director no vacila en arrojar al público de las formas que se le ha apetecido, desde una crudeza poética, que no aspira a nada más que mostrar y dejar en suspenso al espectador para que este finalmente decida cómo catalogar al filme. Tal imagen la podemos ver en el final abierto, cuando Phaxi luego de la pérdida de su esposo Willka, toma las cosas que le quedan para dirigirse a algún lugar que podría ser nosotros mismos, sí, así es, Phaxi, decide viaja hasta nuestro interior para mover y poner en orden lo que encuentre a su paso. Sería una pena que viéramos en Wiñaypacha un cine que hay que apoyar porque sí, por ser aymarista, o anticapitalista. Seria una mezquina forma de clasificar y construir un cine peruano que se deja llevar por ideologías antes que convicciones personales. Wiñaypacha remueve las fibras más hondas de un espectador que tiene en sus venas una realidad directamente conectada con la de los personajes y cultura aparecida en el filme. Quizá el estreno de Wiñaypacha en Cineplanet quedé como una curiosidad a pie de página, sin embargo, la calidad, la dirección, la temática y el argumento quedarán impresas en los ojos de quienes vemos en el cine algo más que centros de entretenimiento, pues el cine siempre es un viaje onírico al inconsciente humano, depositario de imágenes que reprimimos o fantaseamos, y que tarde o temprano surgen de manera abrupta sobre la realidad en la que abrevamos.

viernes, 4 de mayo de 2018

¿TRES TRISTES TIGRES? DE LA LITERATURA TACNEÑA




Personalmente Tacna es un cero a la izquierda en materia literaria, no porque escaseen los autores, o porque la calidad de sus publicaciones sean ridículamente mediocres, sino porque carecemos de crítica, de comentario, de opinología, de circuitos, recursos o medios para difundir el análisis y la interpretación de textos. Debido a cierta actitud autista en los creadores literarios, me parece necesario comentar no solo el ideario intelectual de los literatos, sino también la actitud autista de no querer saber más allá de lo que su propia literatura quiere saber.

Analicemos por ejemplo el discurso y actitud de los 3 invitados a las ponencias sobre actualidad poética, narrativa y teatral de la región, que contó con la presencia de Dorian Céspedes, Freddy Gambetta y Torres Gárate, todos ellos renombrados por su recorrido literario, respetados y no respetados por sus publicaciones, pero eso sí, sin ganas de querer jugar al intelectual, pues está de moda ser intelectual sin aparentarlo, algo que a mi parece es inconcebible; y no quiero ser sartreano con esto, pues no pretendo obligar o sugerir que el literato tenga un deber o misión literaria para con su sociedad y tiempo. Veamos.

A Dorian céspedes le tocó plantear un tema sobre teatro, y empezó a excusarse de no poder brindar un panorama crítico sobre la dramaturgia o teatro tacneño, pues no se siente especialista en el tema, ya que no se considera científicamente riguroso para empeñar el alma en comentarios sobre otros autores y obras. De modo que en lugar de ello prefirió hablar acertadamente de su propia obra y trayectoria como autor, proponiendo que el teatro debe emular a la prensa, pues no contentos con que la prensa nos llene de titulares sobre violencia y discriminación, nos plantea que el teatro debe hacernos sentir, llorar, indignar de una manera más, por así decirlo, académica e intelectual. No olvidemos que también calificó al cardumen de dramaturgos como “teatro literario”, que no tiene nada que ver con el teatro actuado o el vivencial, o como él cita, la “corriente postdramática”; con esto sus palabras dejan ver un cierto repudio por lo escrito, a pesar de que sus guiones dependen mucho de la escritura, está claro que se inclina por el oralismo y sus derivados. En este punto habría que recordarle que el teatro actuado, como la televisión, el cine, la pintura, y todo lo visual, privan parcialmente de la imaginación, pues al brindar imágenes ya confeccionadas, el espectador solo se sirve de ellas para desarrollar una argumento finito, a diferencia del texto puro, cuyo poder radica en lo que el lector agrega para completar lo que la actuación solo llega a sugerir. Fuera de eso, llama la atención que lamente no tener tanto poder como un Paolo Guerrero para influenciar a las masas a que consuman teatro; podemos entender por qué no lo tiene, si sigue mirando de soslayo al estudio del teatro regional, y a la educación del público; de hacerlo, probablemente le ayude a diseñar mejores estrategias para que sus obras sean algo más que eventos culturales.

El segundo en tomar el micro fue el tan repetido, y con justa razón, cronista de Tacna, Freddy Gambetta para que como poeta, desarrolle un tema sobre poesía y afines en la región. Con la edición de Antología de Poesía Tacneña en mano, del autor Segundo Cancino, no sin antes recomendar que poco podía agregar al análisis de la panorámica poética de Tacna, anunció que hablaría de las grandes omisiones que se hizo en esa antología del vate. Toma vuelo y empieza a lanzar verborrea y frenesí que podemos resumir en unas cuantas preposiciones. Número 1) Todo pasado fue mejor, lean a Federico Barreto y al grupo Letras, el modernismo de su época. Número 2) Nunca hubo un reconocimiento a los poetas tacneños, Tacna no existe en las antologías. No se acuerdan del poeta Ricardo Jaime Freyre, tacneño continental. Número 3) Los jóvenes tiene hoy en día acceso a mucha información y literatura, no me hagan preguntas, ya saben lo que les voy a responder. Tales premisas me parecen comprensibles, sin embargo, hay algo que no considera el afamado Freddy Gambetta, y estos es 1) la literatura del siglo XIX y en parte la del siglo XX, poco tiene que ofrecer al lector de hoy, y 2) la actitud con la que el lector se aproxima a la literatura hoy en día varía de la forma en la que las generaciones pasadas lo hacían. De modo que sería algo imprudente y contraproducente acudir a las literaturas del pasado si no hay esa intencionalidad existencialista que hace de los humanos hombres y mujeres, pues muchas personas maduran en base a pedazos literarios para abrevar y definir el sentido de sus vidas. Y en todo caso, conviene recordarle que su repulsión hacia los jóvenes, se nota en la manera en que se dirige a ellos, en calidad autoritaria, y sobre todo no empática. Esperemos que Gambetta se reconcilie con la juventud, a través de una escucha activa, algo que muchos intelectuales de la localidad carecen.

Finalmente, el último en intervenir, fue Juan Torres Garate, con un collage sobre narrativa en la región. Empezó puntualizando que la narrativa tacneña al ser, según él, amplia, se resignó a no investigar y, en calidad de docente de ciencias sociales, a pesar de ser un narrador con trayectoria, solo esbozaría algunas anotaciones. Es así que empieza a citar y recomendar el trabajo de Calderón Albarracín, para una amplia revisión de la narrativa tacneña del siglo XIX al siglo XXI, en dos tomos. Libro en el que por cierto, es el prologuista, y por ello mismo, se dispuso a leernos partes para incidir en las ventajas de la narrativa literaria. Según él, la literatura desarrolla la fantasía como un elemento transfigurador de la realidad, introduciendo dos elementos “deliciosos”, el desasosiego y la ilusión. Más allá de estas ilaciones, Torres Gárate elaboró una lista de comentarios críticos sobre la pésima educación literaria en las universidades, la pobre difusión de los libros por autoridades y editoriales, y el escaso estudio que se hace de la literatura regional. Tal como apunta irónicamente, Tacna no es una tierra de narradores, a diferencia de los poetas, que abundan mediocre o lúcidamente. Esto hace que Gárate refunfuñe sobre la falta de una tradición narrativa en Tacna, debido a una serie de negligencias colectivas que podemos enumerar de la siguiente manera: no hay cursos o talleres de creación literaria, la educación literaria en las universidades atosiga y ahuyenta a jóvenes lectores con lecturas pesadas (La Odisea), la escases de librerías del alto nivel en la ciudad, y el alto precio que las editoriales locales manejan para la publicación de libros. Todo esto, como parece sugerir Torres Gárate, desfigura y aniquila la tentativa de generar un circuito o corredor literario de vanguardia, cosa que empeora con la falta de interés en estudiar autores y obras regionales desde la Universidad.

Dicho esto, se puede increpar varias cosas a los autores de la mesa y a los organizadores, sin embargo, no hay que dejar atrás el saludo a la labor y esfuerzo titánicos que le ponen los implicados para desarrollar temas literarios con la finalidad de darnos al público eso que tanto falta, una educación literaria de nivel que siembre interés y pasión por la lectura y escritura. Desde mi punto de vista, más allá de las observaciones que he anotado a manera de crítica constructiva, pienso que los autores de la mesa han respondido cada uno a su manera según su idiosincrasia, y eso es más que válido. No se puede echar lodo a la actividad noble de difundir ideas, por más que estas nos parezcan desfasadas, erróneas o presuntuosas. Mi texto está estrictamente diseñado para que entre intelectuales y anti-intelectuales prevalezca un dialogo activo donde hay que aprender a escuchar al otro, y no solamente quedarnos con nuestra pequeña zona de confort.