Tacna, una ciudad acostumbrada al espectáculo insulso, a la
bagatela de fin de semana, a la adicción de la estupidez, ha sido testigo de lo
que posiblemente es el nacimiento de otro tipo de espectáculos, quizá más lúcidos,
más bienintencionados, con menos interés en lucrar, y más por educar e informar,
hermosos verbos que por supuesto, pueden combinar con la diversión y el entretenimiento.
En medio de un clima social proselitista, el viernes pasado, 10 de agosto, se
dio acabo el tan esperado “Cuatro Voces”, que reúne el talento variado de
representantes tanto de la literatura como de la música local. Jóvenes todos
ellos, no por cuestiones de edad, sino de experiencia o trayectoria, parecen
amenazar con hacerse un sitio en la constelación de artistas que tanto le hace
falta a esta pequeña ciudad, patio recreativo de chilenos estresados y misios.
Por supuesto, la actividad no es fundacional, sino neófita, ya
que espectáculos similares los hemos visto en años pasados, y aquí se me viene
a la cabeza el que hicieron juntos el poeta inédito Ricardo Eyzaguirre, con el
mismo Renato Osorio, quien a la vez, también hizo otro recital junto a la poeta
Marianna Espezúa. Lo cual me hace pensar, en la interesante voluntad del
trovador por asociarse a poetas locales, para brindar espectáculos que buscan
hibridizarse con otras artes, en este caso, la poesía, madre de la literatura.
De modo, que este “Cuatro Voces”, que reúne a mi parecer su versión más
ambiciosa y creativa de este género de espectáculos: junta a un cantante joven
y brillante como Oscar Jirón, a una narradora inédita y en ciernes, como Getty
Pacco, a un poeta atrevido y en constante construcción como Ives Vizcarra, y a
un ya experimentado y conocido trovador
que deleita con sus canciones ajenas como Renato Osorio.
Ocho y cuarenta de la noche. A pesar que el espectáculo
tiene 40 minutos de retraso, el ambiente no está mal. Los que podemos
permitirnos un trago y algo de comida, esperamos ansiosos a los artistas. Me
encuentro junto con Sandra, mi mujer, en una mesa cerca al lugar donde improvisaron un sobrio set para este
“Cuatro Voces”. El epicentro de esta maravilla es el Parkos restobar. El
director de teatro, Lucho Ramírez, y el actor en formación y también poeta
inédito, Diego Huanqui, nos invitaron hiperquinética y amablemente a compartir
su mesa. Luego se sumaría la poeta Mariella Torres, quien está próxima a
publicar su primer poemario. Como aun no empieza el espectáculo, empiezo a
desarrollar una conversación con Diego Huanqui y Lucho Ramirez sobre sus
proyectos. El primero me invita a la presentación de un nuevo fanzine, para este
28 de agosto que tiene el provocativo nombre de “HDP: Hojas De Poesía”; el
segundo me invita a la presentación de la obra “La madre”, de la cual es
director, todo eso en la casa Laramamango.
Por fin los artistas salieron a escena. Oscar Jirón y Renato
Osorio arrancan con la música en armonioso dúo. Nos comparten canciones
románticas, llenas de ilusión y nostalgia. No puedo reconocer de quiénes son
las canciones, bien podrían pasar como temas propios. Mientras los escucho,
pienso en la voz de Oscar Jirón, qué hermosa. No hace falta filosofar sobre lo
bello. Cuando una voz es hermosa, solo nos queda callar y escuchar. Qué importa lo que diga la letra. Podría
decir maldiciones, podría insultarnos si quisiera con esa voz mientras canta, y
sencillamente lo escucharíamos absortos. Miro a Renato Osorio, y recuerdo las
veces que le he oído cantar en el submundo de la bohemia, siempre con esa fe
infinita y pasión por la música trova, sobre todo por la música. Lo veo cerrar
los ojos, presionar sus parpados suavemente para sentir su propia voz,
definitivamente le gusta escucharse cantar. Lo siento completamente metido en
su momento musical. Pienso en estos dos artistas, a Renato Osorio, definitivamente
un trovador que lleva su evangelio musical allí donde haya luces y sombras, y a
Oscar Jirón, de un talento fuertísimo para las baladas, que se animó a
compartir un tema de su propia cosecha.
De otro lado, a pesar que tuve mis reparos en que se
mostrara narrativa en un recital, me ha asombrado la manera en la que lee e interactúa
Getty Pacco con el público. Antes de leer cada fragmento, cuenta una anécdota,
una reflexión, que llega a encantar y dar en el clavo, por las asertivas y
humanas maneras que tiene de contarnos historias. Ese rostro angelical, siempre
sonriente y con brillo en sus ojos, llegan a
transmitir más que palabras, emociones que llegan a mi cabeza como
bellas intuiciones. Cuánta catarsis hay en Getty, cuanta valentía para
desnudarse y hacernos participe de sus procesos emocionales, de sus aprendizajes
humanos. Y luego está Ives Vizcarra y sus poemas cuidadosamente seleccionados,
los confesionales y amorosos, de su primer poemario Armilar, y algunos
inéditos, próximos a publicarse según nos cuenta. Confieso que Ives es el que
menos me ha gustado de las cuatro participaciones, debido a que tiene que
mejorar su lectura en público. Aun así, su participación fue valiente, nunca
mediocre. Sus poemas nos recuerdan la importancia de utilizar palabras para
definir y comunicar sentimientos tan complejos a través de la introspección.
Algo que también me encantó del espectáculo, fue que no se
cerraron en solo ellos, pues también dieron tribuna a un viejo poeta, y a una
joven cantante. Acto que me parece de los más solidario y amistoso entre
artistas, pus es una declaración en contra de aquellas iniciativas culturales
que trabajan desde círculos cerrados, negando la colaboración con otros
artistas, hecho que solo perjudica el libre flujo del arte en todas sus
expresiones. Gracias a este compañerismo, pudimos tener en escena divertida al
famoso cronista de Tacna, contando unos chistes verdes y luego su lectura de un
poema tacneñoso de esos que suspiran por la Tacna de antaño. También tuvimos la
carismática participación de Gabriela Alva, joven cantante que se animó a
interpretarnos algunas sentidas baladas. Entiendo que esta clase de colaboraciones,
le dan frescura, diversidad y el elemento sorpresa a los recitales.
Mi conclusión es que el evento es un manifiesto que inicia una
posible hibridación de las artes en escena, al menos la alianza entre música y
literatura, cosa que de practicarse continuamente, podría ofrecernos hermosos
recursos para que la gente se divierta y aprenda. Aunque, de estructura
inestable, sus contenidos fueron sólidos,
definitivamente hay un arte que desea crecer, madurar y posicionarse. Los
mismos miembros de este grupo “Cuatro Voces”, advirtieron de próximas andanzas
en otros escenarios. El mismo Lucho Ramirez me comentó estar interesado en
llevarlos a la Casa Laramamango. Ojalá estas 04 voces, y otras tantas que están
allí como islas puedan continuar integrándose y ofrecer espectáculos hermosos y
humanos como este. El artista tiene que crecer y madurar así. En escena, con
aciertos y errores*, que son fuente de poderosa experiencia.
*Recomiendo un mejor acuerdo con la duración del espectáculo y la hora de inicio.
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