No escasean las antologías de poesía en Tacna, pero tampoco es que abunden. Las pocas que circulan desarrollan, comprensiblemente, criterios incompletos. Como por ejemplo: ceñirse solo a una generación, antologar a un puñado de autores favoritos, fotografiar el presente poético con los autores de turno, o mostrar el proceso evolutivo de la poesía tacneña a lo largo y ancho de la historia. En esta última vertiente es que se enmarca la ambiciosa antología publicada por Segundo Cancino, poeta y profesor cuya obra es de incalculable valor. “Poesía en Tacna (selección y notas)” (Cuadernos del Sur, 2017), se ha convertido en el hermano mayor de toda antología poética hasta el momento. Nada tienen que ver sus 208 páginas, o su edición impecable con su afamado ingreso a los hitos de la historia. Lo que lo hace admirable son sus criterios, intenciones y contenidos que el libro expele desde que lo abrimos. Más que una simple acumulación de poetas harto conocidos y otros no tanto, el tomo es un breve y necesario estudio de la poesía tacneña. Con un texto introductorio, notas biográficas, poemas representativos de cada autor y época, y bibliografía que explora la producción poética en un período que va desde las últimas décadas del siglo XIX, pasando por el siglo XX, hasta las primeras décadas del siglo XXI, revisemos los puntos fuertes y flacos de esta edición.
Destaco los logros de este súmmum, pues incorpora a autores
no conocidos tanto para estudiosos y lectores asiduos. Es así que poetas de
peso como Carlos Gonzales Marín o Hugo Salazar de Alcázar entran al partenón de
la trascendencia poética tacneña, si ésta última vale la pena. Además de eso,
la antología es oportunidad para que creadores menores y los jóvenes se hagan
conocer, dando como resultado un atrevido contraste entre los poetas ya
consagrados de Tacna, los raros y desconocidos, y finalmente los nuevos que
prosiguen con el duro y placentero trajín de la creación poética. Todo esto
hace que el lector se arroje a un
viaje que no termina en naufragio, sino en puerto seguro que cada cual
prefiera. Pues el libro reúne escritos de diferente raigambre, como para que el
lector, cual si paseara su carrito de compras en el supermercado, elija a sus
favoritos y haga su personal constelación. Por ejemplo, yo favorezco las
lecturas de cabecera con poetas como Guido Fernández de Córdova, Carlos
Gonzales Marín, Hugo Salazar del Alcázar, Juan Gonzalo Rose, Giovanna Pollarolo,
Mario Carazas y Yesebell Sechar Velazco.
Esto es posible ya que la edición reúne a afamados y ninguneados por las
instituciones e industrias de la
localidad tacneña, puesto que como
nunca, se puede ver brillar, unos más luminiscentes que otros, esta amplia
pléyade que imprime con justicia el
espacio rico y creativo de la poesía tacneña, que nada tiene que envidiar a
otras ciudades más grandes y pobladas.
Y si de hacer balance objetivo se trata, hay que anunciar
que la obra no es definitiva, y está abierta al continuum de otras ediciones
que completen lo que esta obra sugiere. Por ejemplo, hay autores, que sin pegar
el grito, merecen estar en esta obra, descontando la propia omisión que se hace
el autor, Segundo Cancino, pues tal como dictan las leyes, este no debe
antologarse por parecer ejercicio indecorosamente subjetivo, cosa que podemos
saltarnos, pues el poeta merece estar no en esta si no en todas las antologías
de poesía tacneña por su poesía, su trabajo erudito, y su gestión cultural al
promover sendos espacios de flujo literario. De las omisiones, que estoy seguro
no se deben a improperios y prejuicios, están algunos nombres que quizá no
llegaron al autor, al escasear la comunicación entre los mismos poetas o al
faltar redes que informan las rizomáticos senderos de la edición. Algunos de
ellos, y no es solo por meter nombres, sino por ser representantes de etapas y
grupúsculos que aportar al grueso expresivo de la poesía tacneña, son Antonio
García Calizaya o Sabino Maquera, para señalar algunos de trayectoria iconoclasta,
y otros como los más jóvenes, entre ellos, Enrique Cuautli o Cher Santiago de reciente
aparición. Sin embargo, hay que recordar que el propio Cancino es consciente de
estas omisiones, como lo advierte en su introducción: “no tuve acceso a ellos o
a que la miopía que padezco, me ha jugado una mala pasada.”
De otro lado, Segundo Cancino siempre me ha parecido, sino
brillante, al menos erudito y parco en su escritura. Algo que a veces pongo
entre comillas cuando se trata de excesos o negligencias menores pero que de
todas maneras indican desajustes en sus criterios. Tal vez se deba a los apuros
que cualquier profesor carga por la falta de tiempo, cosa que le haría abalanzarse
contra sí mismo. Yo veo, si se me permite hacerle más observaciones, la
desequilibrada muestra que le hace a algunos autores, como el caso de Juan Gonzalo
Rose, quien, más allá de antologarlo
polémicamente junto a Giovanna Pollarolo, por el conflicto
nacimiento/desarrollo, es el excesivo y acrítico espacio que se le da poniendo
poemas que reflejan un mismo momento. Está claro que la antología quiere coger
los poemas representativos de cada momento y libro de los autores, y a la vez
hacer lo mismo hablando de movimientos literarios y generaciones. Pero a ratos,
la muestra no obedece a este criterio, y si lo hace, exagera al centrarse en
los autores más comerciales, harto conocidos y repetitivos, cuando el criterio
de dar a conocer a los poetas menores,
desconocidos y nuevos es dejado en segundo plano. Esto hace que haya cierto
desequilibrio, aunque no entra en la categoría del pecado, pues en la gran
mayoría de autores, hay muestra equilibrada y justa. Otro de los criterios poco
trabajados, es la mera descripción, fría y sesuda de los movimientos
literarios, resumiendo su estudio a precisa acumulación de datos históricos y
fechas, dejando de lado la valoración literaria. Todo esto no hace más que
indicar que la obra esté abierta a ser perfectible.
Para terminar, esta antología o muestra me ha gustado y
entra en la categoría de lo correcto por las razones arriba mencionadas, y pese
a las observaciones minúsculas, sobre todo al escasear antologías monumentales
y sobrar antologías con defectuosos criterios. Me atrevo a soltar unas
conclusiones para finalizar mi balance sobre este texto. 1) La poesía tacneña
se hace legible desde Carlos Gonzales Marín por el manejo del lenguaje que se
adapta a las necesidades temáticas y sintácticas del lector de hoy; 2) La poesía
del cautiverio y la anterior al vanguardismo, cada vez se hace menos legible y
ampulosa para las necesidades del lector que busca algo más que métrica y
retórica; 3) la evolución de los contenidos racionales y emocionales se
observan en perspectiva histórica desde los temas tratados por Barreto, románticos
e idealistas; hasta los poetas de la actualidad, menos románticos y más
nihilistas; 4)hay poetas para todos los gustos si es que es cierta la magia de
acompañarse por voces que uno elige y así sentir el poder de la poesía en todas
sus manifestaciones; 5) hay autores que el paso del tiempo no les favorece, y se vuelven abstrusos y anticuados, y ninguna
luz les ilumina salvo la lámpara que el arqueólogo le prende a sus momias; 6) la
poesía tacneña tiene voces masculinas y femeninas de calidad; ya sean jóvenes o
mayores, Tacna expele vitalidad y todo la acuarela de emociones y razones; 7)
la poesía tacneña, como toda poesía como entelequia, no ha muerto, sigue
recreándose hasta evolucionar en sutiles y bellas felicidades de existencia. 8) la
poesía en Tacna es vestigio de libertad, de desarrollo emocional, intelectual, y
espiritual.
Tacna, 2017