CALIENTITAS

"5 METROS DE POESÍA" DE MIGUEL GUTTI

¿Es la obra de Miguel Gutti, “5 metros de poesía”, una interpretación, crítica o comentario a la personalidad y obra de Oquendo de Amat,...

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lunes, 20 de agosto de 2018

SOBRE LOS RECITALES DE POESÍA




Me encuentro sentado en primera fila frente a un grupo de poetas que leen sus escritos de forma sepulcral. Se trata de un recital de poesía organizado por Willy Gonzales, director de la editorial tacneña Cuadernos del sur. Estamos en el segundo piso del ex palacio municipal. Hay poca audiencia. No pasan de los 20 asistentes, entre ellos los mismos poetas y algunos curiosos de rostros conocidos, estudiantes y egresados exóticos de la universidad Jorge Basadre Grohoman. Miro los rostros de los poetas en la mesa, son jóvenes y viejos, entre los 25 y los 55 años por lo que puedo adivinar. Los convidados son poetas de Tacna, entre ellos Luz Huayta, Doris Vasquez, y Mario Carazas. Los demás son chilenos, de los cuales puedo reconocer a Rolo Martinez, Jaime Pinos y Rojas Terán. Hay uno al que realmente no he visto nunca.

Pienso en los recitales que se organizan en la ciudad. Que por cierto son escasos, y cuando se dan, son de una calidad que deja mucho que desear. Y no por los poetas, sino por un estilo de lectura que parece ser ya una incómoda escuela. Y con esto me refiero a que la gran mayoría de recitales a los que he ido, la atmósfera que reina es la misma de un funeral, de no ser por algunas poquísimas excepciones. Esto pasa debido a que el poeta se debe únicamente a las palabras, y estas nada tienen que ver con la música o el vídeo, estancias estéticas quizá más apetecibles por el público*. En cambio el poeta se debe únicamente a su lectura, a su interpretación del poema; y muchas veces, la lectura o interpretación es un aspecto poco explorado y trabajado por los poetas. Dando como resultado lecturas tímidas y estrafalarias, lecturas ásperas y poco agraciadas.

Pese a que atrás quedaron las declamaciones que  además de efectistas, eran muy pomposas y no transmitían ese toque a poesía que hoy en día tienen los poemas, ya superados los embates de la métrica y la retórica. Hoy queda sencillamente la lectura insípida de poetas que ya sea que escriban bien o mal, su estilo al momento de leer sus escritos son mediocres y hacen quedar mal a un género literario tan intenso como la poesía. Pienso que esto hace que un posible público que se acerca con inseguridad y escepticismo a la poesía, termina por rehuirle debido a la poca importancia que se le da a la interpretación o performance que el poeta debería dar a sus poemas en un recital. Personalmente creo que 3 son los problemas que dificultan una lectura contundente: 1) comentario o palabras introductorias, 2) entonación, timbre y volumen de voz, 3) lenguaje corporal y/o gestualidad.

Mi propuesta frente a esas limitaciones que el poeta de hoy enfrenta, es que renuncie a los rígidos e improvisados espacios de lectura que lo convierten en un mero producto de exposición o de relleno, como si el poeta solo fuese lo que escribe. El poeta es mucho más de lo que escribe y publica. Es una actitud, un estado de existencia superior a la estética, en la que lo escrito es solo una parte. Por ello, el poeta debe renovar y saltarse la mediocridad a la cual suele adaptarse por culpa de facinerosos  o cafichos de la industria literaria. Pues hay que decirlo, no es enteramente culpa del poeta haber caído en un incapacidad por renovarse ante el público y dejar de lado sus habilidades interpretativas de lectura, sino es responsable también aquellos que hacen del poeta un “artista del hambre” que exhibir. Una vez renunciado a esto, el poeta se reinventará para mostrarse rico, creativo y enérgico ante un publico para comunicar lo que sea que quiera comunicar. Dando paso a lecturas y recitales más interesantes. Aunque claro, siempre se puede decidir hacer lo mismo de siempre.

Propongo que el poeta que desea ser algo más que letra muerta en los libros, luche por reconquistar los espacios públicos de lectura, ofreciendo, arrojando, proyectando recitales de poesía vívidos y nutridos por la actitud irreverente y subversiva de comunicar. ¿Para qué escribe quien escribe? Si le basta a un escritor con escribir ¿por qué lo hace público? ¿No es acaso por el impulso de comunicar y relacionarse con los otros a través del texto? Por ello mismo, las formas de comunicar tienen que ser efectivas. La lectura mediocre, que no trabaja las habilidades comunicativas sencillamente ridiculizan y parodian algo que ha nacido para intervenir el tejido social y perpetuar una tradición que incita al hombre y a la mujer a ser conscientes de los poderes del lenguaje. Dicho esto, el poeta memorizará, dramatizará, hará una performance, leerá parado o sentado,mirando a todos o sin mirar a nadie, a luz o a oscuras. Que haga lo que le venga en gana, pero que lo decida hacer. Y que salga de esa zona tímida donde juega a no querer ser alguien importante. Tremenda mentira que es pura vanidad disfrazada de pseudohumildad o sonsa precaución. El poeta arremete y no perdona nada.



*Curiosamente la música y el cine son industrias que propulsan grandemente a las sociedades de consumo y producción en masa. Sin embargo, la poesía no ha sido digerida por esa industria, pue se resiste al capitalismo o cualquier otro agujero negro que autoexplota al hombre.

1 comentario:

  1. Que los recitales tengan un sesgo teatral, es decir que el poeta o poetisa, se atreva a declamar su poema, apelando al dramatismo; algo así com Raida Callalli, cuando interpreta su poema dedicado a la patria. Y orgullosa afirma, que ella es la patria..., otro de las facetas interesantes que debe demostrar el poeta, para dar a entender que él ha escrito el poema, es memorizarlo y declamarlo, sin mirar el papel. Aparentemente es pedir mucho, pero hasta los velorios son menos aburridos que un recital de poesia, donde unos personajes, que quieren presentarse como intelectuales de garan nivel, los escogidos, los ya no ya, terminan dejando la imagen de "sonsos" patos. Cuando esperan ser reconocidos y aplaudidos por los cuatro gatos que asisten religiosamente a un recital.

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