Augusto Aníbal Toledo tiene
una trayectoria fragmentaria y fugaz en la historia de la Literatura tacneña.
Nunca se le conoció libro. Y lo que se sabe de su obra se debe a pequeñas
plaquetas y un racimo de poemas que publicó en revistas como la ya desaparecida
Letrasértica. Ahora, rompe el maleficio de ser inédito, y se anima a publicar
su primer tomo de poemas. Esta noticia viene con un sorpresivo dato. Los poemas
de su libro “Primavera Extramuros” (Autoedición, 2018), pertenecen a los
accesos creativos de hace aproximadamente 10 años. El hecho llama la atención,
pues al igual que el “Armilar” del poeta Ives Vicarra, los poemas que hace
público no pertenecen a su presente creativo, algo que desde ya es una advertencia
de la calidad del libro. Recuerdo que leí algo de Augusto Aníbal Toledo allá en
los tiempos de Letrasértica, en el número dos del 2011 cuando publicó un grupo de
poemas bajo el título “Órbita rota”, y ahí encontramos versos de calidad como “Y no fui oruga antes, que se formó de ser otra cosa/ en esta esfera
que guarda en sí misma el infinito.” Tales versos
pronosticaron un poeta de calibre en ciernes. Veamos con qué nos encontramos.
Abro el libro.
Cierro el
libro y me viene una sensación que conozco bien. El libro es un conjunto de 38
poemas divididos en dos secciones, “Orilla” la primera, que desarrolla el tema
del deseo y el desamor, y segundo “El
amor impropio” muy relacionado con el yo y los avatares de la existencia. Todo
bien hasta ahí, sin embargo, el manejo del lenguaje en este libro es impreciso
y exageradamente abstracto. Hay poemas que sencillamente tropiezan contra sí
mismos al punto de hacer metástasis, debido a tonos incipientes y usanza
barroca. Con un lenguaje recargado y juegos de palabra insípidos, los poemas no
abren ni cierran, y son meros ejercicios verbales de mal gusto dadaísta.
Versos de calidad pedestre abundan como: “Beso
los labios que cogieron mis fases interpérritas/ acariciando tu figura que me
encanta oculto.”; o “Te desafío a que
me absorbas en tu encanto de espinas de flor mortuoria.” Cito los más
bizarros que revelan pobre construcción y conceptualización del verso, seguido
de cacofonías, reiteraciones y ripios que no completan un poema circular. Mi
impresión es que en “Primavera Extramuros” escasea eso que alguien llamó “inspiración
y trabajo”.
Sin
embargo, lejos de centrarnos en el paupérrimo formalismo, los contenidos
poéticos son otro asunto. Leo los poemas que desarrollan desamor y deseo, el yo
y sus consecuencias, y recuerdo al viejo
Borges, quien dijo: “No hay poeta, por mediocre que sea, que no
haya escrito el mejor verso de la literatura, pero también los más desdichados.”
A este respecto hace referencia el trato depresivo, masoquista y delusivo del eros,
que fácilmente podrían pertenecer a las cuitas de un joven Werther resucitado en
la aldea global. Dicen sus poemas: “Arráncame
las orejas con la serpiente de tu boca”, “Pertúrbame con tus palabras de
ansiedad y hambre”, “¡OHG! Retírate de mis torturadas orejas…”. O, “Dispárame el fuego fulminante de tu
desprecio que ha de/ llevarme a recordar, recordar… horrorizado ante/ una
promesa que prefiere desangrar.”; o “Cae de tan alto… tan alto que no se puede
nombrar”, “te desafío que me absorbas en tu encanto de espina flor mortuoria”,
y así hasta el vértigo de una poética que revela su poesía como instrumento
lacrimógeno, cosa que no estaría mal, de no ser porque algo así emula novel
trabajo de púber o adolescente.
Nunca va a dejar de sorprenderme
lo aburrido que puede llegar a ser el castellano cuando escasea el buen pulso. A
pesar de que la mayoría de los poemas no se salvan de lectura crítica, hay un
pequeño grupo que son proyecto y logro de poesía promedio, al menos en su
variante intimista y confesional. Poemas como “HASTA QUE SE PUDRA DE AMOR”, “EXTRAMOR”,
“SIN EMBARGO HAY ALGO QUE ME ATRAE”,”CONOCER EL DÍA”, INSTERTICIO" y “ME DETENGO LUEGO
PROSIGO” son títulos curiosos, que dan cuenta de elocuencia, sostenido aliento,
y púgil geometría. Lo más sensato lo encontramos en estos versos que escapan a
la inconexa estructura de sus textos hermanos. Y a pesar de que el trato del
tema y la forma no esté del todo trabajada, aquí habitan las fibras más mesuradas del autor. Este apunte no aspira a ser gratuito, pues ritmos ligeros
y relativamente nítidos se perfilan para entremezclarse con una densidad de
adjetivos indiscriminados, sinestesias desorbitadas y desmesurados oxímoron que
quitan precisión y terminan si no por ahogar el poema, le prodigan asma que requiere
el desfibrilador de una lectura que los reaviva más por la teoría del lector
que por ingenio del autor.
Yo salvaría tres poemas. “CONOCER
EL DÍA”, por su valentía formalista, cargada de una fuerza y tema que es
presentimiento de vivaz uso del lenguaje. “Rueda/
(rueda)/espacio/ rueda la inmensidad /descuartizando segundos –insanos–/(Rueda)
r u e d a/ Vuela / gira, (gira)/ espacio infinito de cerebros alterados/
inmortales suicidas, temerosos/ ¿Sueñas?”. "INSTERTICIO", de fornidas palabras que trabajan indómita introspección y voluntad, además de musical verbo: "Asolado en el desierto te busco en los espejos/ y te aclamo en las llamas que incineran el deceso/ Necesito que tu tacto acaricie envilecidos pensamientos. / Necesito oír el consuelo y no estar muerto en la memoria". Y finalmente “ME DETENGO LUEGO PROSIGO”,
enérgica voz que da cuenta de un yo poético con los ojos bien abiertos, menos
lacrimoso y como nunca, tenaz: “¿Qué me
diferencia de ti?/ ¿La piel? /¿Los zapatos de otro color? /¿Mis palabras?/ ¿Mi entendimiento?/
¿La razón?/ Todo es distinto, finalmente i g u a l.” Repaso estos versos, y
es difícil no creer que otro es el poeta. Tal vez sea el presentimiento de un
próximo Augusto Aníbal Toledo menos angustiado y distímico; más irreverente y
audaz. No soy de dar consejos, pero ya que estamos, sugiero que deje en el
olvido esos poemas adolescentes (del verbo adolecer), que pertenece a épocas creativas
de hace años, y empiece hablarle cara a cara a la vida con textos de su
presente.
El cierre final del analisis literario, practicamente mató toda la critica académica y academicista de un agudo conocedor de poesia tacneña. Afirmar severamente: NO SOY DE DAR CONSEJOS, para luego dejar cojeando tal frase dada con florinete; PERO YA QUE ESTAMOS.....(Ya que estamos montados sobre el caballo, hay que continuar cabalgando. Otra opción: ya que estamos "criticando", bien viene una crítica constructiva, etc.) Y ya que estamos corrigiendo a los que corrigen con mucha autoridad y pergaminos, la soberbia de algun autor , sea quien fuere, y que publica sus poemas, no es buena consejera. Cada persona, cada lector que opine, por muy simple y no tan ilustrada que sea su opinión, es bueno tomarla en cuenta. Esperar a que Denegri, haga su comentario al respecto, a estas alturas del camino, sería ucrónico. Denegri, hace poco voló a la eternidad y tenemos que conformarnos con leer a los "críticos" que quedan, que para bien o para mal, se toman la molestia de leer poemarios, cuando ya la mayoria de jovenes, les parece aburrido o inutil leer poesias y asistir a presentaciones de libros. PLOP.
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